Augusta, una historia de amores y odios

La intrahistoria de un peculiar torneo

El Masters y los patronos

Masters de 2018. El hombre de seguridad amablemente nos dejó sentarnos en la zona acotada al ver nuestras acreditaciones. Justin Rose pasaba por el hoyo 15 justo por delante de Rafa Cabrera-Bello en la penúltima jornada de prácticas. Fue en este momento cuando contemplé atónito la siguiente escena. El empleado de seguridad desciende unos cuantos niveles de la granda y toca la cabeza de uno de los espectadores que lleva la gorra al revés, son un grupo de cuatro y todos han cambiado el sentido de la visera. Viendo la autoridad que sus advertencias no surgen efecto inmediato, es él mismo el que gira la gorra del espectador de forma brusca, provocando la reacción de sus compañeros que terminan todos por su propia iniciativa girando sus gorras. Ante un comentario de queja de uno de ellos, el empleado de seguridad le pide educadamente que lo acompañe y se lo lleva a un lugar apartado del resto. Lo mismo le sucedió hace algunos años a Ricky Fowler cuando atendía a los medios. Un socio se acercó para decirle que girara su gorra, a lo que Fowler contestó que lo hacía para que se le viera la cara, el miembro de Augusta National, repitió la petición como si no hubiera escuchado las explicaciones del americano.

Augusta National es especial en todos lo sentidos; no se puede correr, no se puede usar el móvil,  no se puede exhibir banderas, no se puede llevar la gorra al revés ni hacer determinados comentarios o palabras. Los empleados de seguridad de Augusta National se han convertido en una especie de censores del orden y el ‘buen gusto’ y según ha trascendido tienen incluso una lista de ‘palabras prohibidas’ que no deben escucharse por el campo. En el caso de que a algún patrón (en Augusta los espectadores son patrones) se le escape algún ‘in the hole’,  yabadabadoo’ o similar será expulsado inmediatamente del campo.

Miércoles por la tarde, zona de prácticas. Un empleado de seguridad recorre circularmente pegado a las cuerdas y de cara al público todo el putting-green pronunciado amistosamente a  cada paso un «Welcome to the Masters». En el rato que contemplamos la escena puede dar hasta tres vueltas sin dejar de dar la bienvenida ni un sólo instante; cada vez que ve a un niño, persona mayor o discacitado lo invita q que se ponga en primera línea ante las cuerdas para tener una visión directa, él se encarga de organizar el movimiento y quitar o mover los patronos que ya han ganado su posición para que los niños o ancianos tengan esa mejor visibilidad.

El Masters y los profesionales 

Esta claro que lo del Masters no es amor a primera vista…

Lo de Sergio García parecía irreconciliable. El campo no le gustaba y así lo declaró en 2009 incluso amenazando con no volver. Afortunadamente nunca cumplió su promesa. No fue el único; Lee Treviño en la cúspide de su carrera estuvo tres años sin aparecer. Los motivos; discrepancias con Clifort Roberts y el campo nunca lo sedujo; lo definió como la octava maravilla del mundo, y jamás se lo perdería por televisión es una gran sede, pero no un gran campo, decía. Sin embargo hay relaciones que han sido imposibles desde el principio.

El Masters y las tradiciones

El mítico premio Pulitzer y uno de los columnistas más apreciados en Estados Unidos, Jim Murray emprendió una cruzada contra el Masters por su prohibición inicial a los jugadores negros. Clifort Roberts tenía muy claro que este campo asentado en el corazón de la América más profunda y sureña: «mientras viva todos los golfistas serán blancos y los caddies negros» llegó a decir. Murray llegó a preguntarse en una de sus columnas con su ironía habitual si no sería bueno tener a un negro en Augusta en algo más que en un mono. En 1959 la obligación de los caddies de color se eliminó de los estatutos, en 1975 Lee Elder se convirtió en el primero golfista negro en jugar el Masters y en 1990 se permitió  admitir a socios negros. El círculo de aquellas palabras de Cliffort Roberts se cerró en 1997 con la victoria de Tiger Woods. Ganó un jugador negro con un caddie blanco.

«Mientras viva todos los golfistas serán blancos y los caddies negros» llegó a decir Clifort Roberts».

El Masters y los periodistas

El Masters también tiene una relación distante con la prensa; varios periodistas fueron vetados e invitados a devolver su acreditación por comentarios que los rectores de Augusta consideraron inapropiados, nombres como Frank Beard, Jack Whitaker, Bob Costas o Gary Mcord, uno de los últimos que se despidió del Masters al comentar que la dureza y rapidez de los green es era tal que parecían segados con crema depilatoria de íngles. No captaron su sentido del humor.