El instinto ganador y los ‘Rahmalazos’

Reflexiones en voz alta

Cuentan que siendo un niño cuando Cristiano Ronaldo le pasaba la pelota a sus compañeros y ellos no marcaban, él lloraba. Se enfadaba fácilmente. Su antecesor en la delantera del Real Madrid Ronaldo Nazario se definía como ‘directo y explosivo en el césped’. Y el sabio entrenador de baloncesto Svetislav Pesic dijo una vez que en el deporte de elite, ‘la autocomplacencia es tu peor rival’.

Si hay algo que une a la mayoría de los grandes números uno de la historia del deporte es el instinto ganador, unos lo verbalizarían más, otros lo expresarían textualmente y otros tantos lo camuflaban con autocontrol. «La voluntad también se puede entrenar», afirmaba Toni Nadal cuando recriminaba a su sobrino Rafa que tirara la raqueta tras un mal punto siendo un crío.

Lo cierto es que el volcán de Barrika hizo un amago de erupción en el hoyo 12. Su bola se fue al agua tras una mala salida y el abarrotado Centro Nacional de Golf intentó insuflar ánimos al español, pero los números uno no entienden de compasión y lástima y Rahm mandó callar al público en un gesto poco elegante.

El Centro Nacional enmudeció entonces y fue curioso como no saltó ninguna voz discordante, otra virtud de los líderes, son capaces de dominar a las masas. Sin embargo, no se libraría Jon de las ejecuciones cibernéticas a través del pajarito azul.

A los que conocemos a Jon y le seguimos desde hace tiempo no nos sorprende su reacción pero eso no le justifica. Estuvo mal y creo que en frío debería haber pedido disculpas. No obstante parece que viene al caso ahondar en el secreto a voces que esconde el fenómeno Jon Rahm y que no es otro que su instinto ganador; su afán competitivo, sus ganas de comerse el Mundo, algo que le iguala, al menos en mentalidad, con muchas de los grandes estrellas de la historia del deporte. Eso es lo le que ha hecho llegar a donde está. Creo que por muchas líneas que escriba la mejor explicación se la dio el propio Rahm a un espectador en este Open de España.

Lo de tirar con rabia la bola al agua en el hoyo nueve o el mencionado gesto con el público en el 12 son ‘Rahmalazos’; que el diccionario define como efectos secundarios de una mentalidad ganadora o daños colaterales del enorme afán competitivo. Yo quiero a Rahm tal y como es, con sus ‘Rahmalazos’; capaz de mandar callar al público o de reventar la bandera del 18 en un casi albatros. Cuando la bola entra en el último hoyo y se apaga la furia es capaz de pasar (como ayer) una hora firmando autógrafos. Habrá muchos más ‘Rahmalazos’ en la carrera del heredero de Seve, pero también muchos triunfos y buenos ratos. Disfrutémoslo.