La veteranía ha dejado de ser un grado en Augusta

Entrando en la casa-club, en una de las paredes de los comedores, descansan ilustres palos de golf cargados de historia. Son palos que dieron la gloria a sus dueños y contribuyeron de forma decisiva a la chaqueta verde. De entre toda la amalgama de modelos, historia, evolución del material, uno se va da cuenta de cómo ha evolucionado este deporte. Solo hay que ver las últimas cuatro plazas del Masters de Augusta; Cabrera, Olazábal, Singh, Woosnam…y darse cuenta que Augusta National ya no es campo para veteranos. «Obviamente el resto de los jugadores veteranos lo pasamos muy mal tal y como está el campo, Bernhard Langer es quizás la excepción a la regla y ha tenido que patear de maravilla para estar ahí. Pero es el golf moderno, cuando ves a jugadores que pegan 300 y 300 metros y pico de vuelo, tienen que alargar los campos, se quedan sin defensa. Ayer hubo un par de jugadores que pegaron en el hoyo 13 el hiero 8, es para alucinar, me voy a fumar algo y a ver si sentado en el sillón soy capaz de hacer eso», eran las palabras de un resignado Olazábal.

Más producto de la frustración del mal resultado y del momento, Olazábal ofrecía dudas sobre su vuelta al Masters en años próximos.»Ya veremos… habrá que pensárselo».

El corte fallado después de acumular +13 no pilla de sorpresa al ganador de dos chaquetas verdes. «No tenía ningún tipo de expectativas,fue peor los dos últimos años que fallé el corte por un golpe. El campo está muy parecido al día de ayer, los greenes siguen estando blandos, el campo está jugando largo y eso va en favor de grandes pegadores. Augusta National es si duda digno de este torneo, es duro y aquí hay que jugar muy bien».

La señora y la silla

Quizás una de las notas más simpáticas llegaba en el hoyo 14 donde el español se pasaba el green hasta una zona de público alojando su bola muy cerca de una señora y su silla. Los marshalls desalojaban la zona y Olazábal aprovechaba un asiento libre al lado de la señora para sentarse y compartir conversación durante unos segundos. «simplemente me he sentado con la señora y he disfrutado de la compañía , no había muchas cosas mejores que hacer«, explicaba riéndose.

Lo que Olazábal tiene claro es que pese a los malos resultados, su pasión por el Masters está intacta; «el amor y cariño por este sitio no cambiará nunca, nos vamos haciendo mayores, el campo se va haciendo más duro, hay recuerdos maravillosos, recuerdos muy especiales y eso no va a cambiar nunca.«.

Quiso Olazábal despedirse del Masters, con un toque de atención con respecto al juego lento, la media de las vueltas durante los dos primeros días casi llegaron a las cinco horas y media. «O de verdad toman cartas en el asunto y aplican la norma, que es muy sencillo, aplicar el tiempo que tenemos cada jugador para pegarle a la bola y eso se demostró en Austria el año pasado.  Lo que tienen que hacer es aplicarlo, lo que no puede ser es que estemos tardando 5 horas 40 para jugar 18 hoyos. Así de sencillo».