Desde fuera podría parecer un ‘kamikaze’ o un descerebrado, pero la imagen de Jon Rahm pegando drives a diestro y siniestro por las abrasadas calles de Carnoustie responde a dos factores claros: las buenas sensaciones que el de Barrika tiene con este palo en la mano y una cuidada estrategia. El drive en el hoyo 3 de ayer podría parecer una locura; «teníamos en cuenta con Adam el riesgo y las consecuencias», afirmaba el español. Incluso visitando el Barry Burn «tendríamos una opción de par».
Todo parece un contrasentido, sobre todo cuando Jon desvelaba alguna de las claves de su buen rendimiento a la prensa española ‘»Estoy pensando menos en este British de lo que lo he hecho habitualmente. Creo que mi error en estos torneos ha sido pensar demasiado, querer jugar ciertos golpes porque la gente dice que hay que jugarlos así”.
Mi interpretación es que Jon llega a Carnoustie sin planes preconcebidos. A priori, sin la necesidad de cambiar su forma de juego, su tipo de bola, buscar un tipo de perfección con hierros largos pegados al suelo para adaptarse y sacar supuestamente mejor rendimiento a un campo links. Pero Rahm llega con la mente abierta y su instinto de jugador a flor de piel. Una vez en el campo, la cabeza de Jon y su caddie Adam están coordinadas y funcionando. Ayer vimos a un Jon midiendo sus decisiones, siendo conservador en las banderas que debía serlo y agresivo cuando veía posibilidades y el riesgo-recompensa animaba a ello; en definitiva un Rahm más maduro todavía. Hoy tendrá una nueva reválida. Mientras llega el momento de su salida os dejamos las valoraciones de Rahm después de su primera vuelta.