Nunca antes Erik había vivido con tanta ilusión un atasco. La confluencia de los neoyorkinos huyendo al mismo tiempo de la Gran Manzana tras la jornada laboral, dejó a Erik atrapado en su Dodge Durango en la autopista con dirección este. Dos horas para recorrer poco más de 25 millas que separan su pequeño estudio de Queens del Parque Municipal de Bethpage.
Finalmente, a las cuatro de aquella primaveral tarde hacía su entrada al parque que concentra diariamente a aficionados al tenis, golf y incluso al polo. Además de cientos de estresados supervivientes de la ciudad más bulliciosa del mundo, que buscan oxigenarse en los fines de semana y organizan picnics al aire libre.
Uno de los cinco campos de golf del complejo es el destino final de Erik, el más conocido y temido, de los más famosos. Llevaba tiempo, pero nunca encontró el momento idóneo ni los cómplices adecuados. Así que aquella tarde, se armó de valor y paciencia y tras visitar un par de foros en internet y hablar con un amigo que antes completó la misma experiencia, decidió que era el momento de jugar Bethpage Black. Sobre todo porque dentro de unos meses, se jugará el PGA Championship y su jefe le ha prometido unos pases para poder seguir a Tiger Woods. Siempre pensó que no sería lo mismo ver un torneo en directo habiendo jugado ese mismo campo antes.
Solo existía un pequeño problema, desde hace meses no había salidas libres en Bethpage, con lo que la única opción de vivir esta experiencia es aprovechar la primera hora que abren para los residentes que aparezcan en el campo por estricto orden de llegada. Han leído bien, Erik tendría que pasar en su coche casi 15 horas con una noche entera, antes de pinchar el su bola en el tee del hoyo 1 de Bethpage Black. Esta suficiente antelación debería asegura a Erik la ‘pole position’ de su aventura golfista, pero su sorpresa y frustración fueron mayúsculas, cuando llegó a la zona indicada y su coche era el segundo de cola.
El líder del parking era un jugador local que confesó a Erik que él y su grupo de amigos llevan haciendo esta misma maniobra todos los sábados durante los últimos años, turnándose a la hora de pernoctar en el coche. La normas dicen que solo una persona puede guardar el turno, pero por la mañana en el momento de abrirse la ventanilla de acceso, tienen que estar todos los jugadores. Para alivio de Erik, su vecino de aparcamiento le confiesa que van a jugar el campo rojo, como lo que nuestro protagonista se asegura el honor de ser el primero en jugar el recorrido negro.
A medida que va cayendo la oscuridad los coches van llegado. Resulta complicado conciliar el suelo para Erik, son constantes los deslumbramientos de los focos de los vehículos que aparecen en el parking de Bethpage. El despertador suena a las 4.30 de la mañana y Erik alucina al comprobar que hay cerca de un centenar de coches por detrás, muchos de ellos no conseguirán su objetivo. A las 5.30 reparten unos brazaletes con el orden de llegada y poco después se abre la ventanilla de acceso, donde Erik escupe con su ansiedad ‘que quiere jugar Bethpage Black’ incluso antes de que la recepcionista le pregunte. Su nombre ya figura en el tee-time a las 7 de la mañana.