¿Y por qué no entenderse?

La caprichosa fortuna y las conexiones aéreas provocaron que tuvieran que pasar casi 24 horas desde el embarque en Madrid hasta pisar el convulso epicentro de los últimos temblores del golf mundial. Por eso, atisbar a un ser humano, portando un cartel del Saudí Internacional, fue en ese momento, motivo de emoción y sinónimo de descanso. Todo fue un espejismo:

«Tony Finau», se lee en letra pequeña en la parte inferior del maldito ‘cartelito’.

-‘Tony?’-, me pregunta el chico sonriendo y haciendo amago de extender la mano para saludarme.

Durante unos segundos valoré la posibilidad de suplantar la identidad del dos veces ganador del PGA Tour, pese a que me saca veinte centímetros y unos cuantos tonos de bronceado, por resaltar solo las diferencias más perceptibles. Miré hacia la puerta de salida del desembarque buscando la estampa del norteamericano cargando sus palos, para suplicarle un sitio en su coche de cortesía. Es miércoles de torneo y son las 11 de la mañana.

-Demasiado tarde para aterrizar,- pienso. Me sincero; confieso que no soy Tony, pero intento razonar con mi interlocutor y hacerle ver dos cosas: Finau no va a aparecer y después de 24 horas de viaje sin dormir, necesito llegar al hotel ya. La comunicación entre nosotros es imposible, pero consigo un transporte.

El segundo motivo de desencuentro llega una hora más tarde, cuando el chófer intenta convencerme de que mi hotel es un lujoso yate de más de 80 metros de eslora atracado en la flamante marina. Cuatro llamadas de teléfono después, reconducimos las situación y el lujoso coche de cortesía y por fin logro mi objetivo, una cama.

by Paul Lakatos/Asian Tour.

El yate de marras es uno del los barcos de su excelencia Yasir Al-Rumayyan, principe heredero, sus salones son centro neurálgico esta semana, donde managers, ejecutivos, jeques y algún jugador se juntan por las noches, donde, entre brindis alcohólicos (único sitio donde tomar una copa), se apuntala la famosa Super Golf League (SGL). A Jay Monahan, comisionado del PGA TOUR, han debido pitarles los oídos. Igual de exclusiva es la Carpa Real ubicada entre el green del 18 y tee del uno, el acceso está limitado solo para el príncipe heredero y sus amigos. El ambiente toda la semana esconde una euforia contenida. Los jugadores no hablan del tema, algunos aluden a una claúsula de confidencialidad, todo hace pensar que Saudí Golf tiene muy buenas cartas para lanzar el órdago. Todos callan, excepto Pablo Larrazábal. El jugador patrocinado por Saudí Golf, ha disputado una de las vueltas de prácticas con Dustin Johnson y se muestra eufórico con el tema: «El Circuito Americano, el europeo, la Ryder Cup…están cagados…«, Pablo va directo al grano.

«He estado hablando con Dustin, el dinero que se están ofreciendo por cinco años aquí ronda los 100, 150 millones de fijo, sin incluir los premios de cada evento de unos 20 millones de dólares, ¿tu crees que los jugadores lo van a rechazar?, es imposible, realmente imposible. Si el Circuito Americano o el Europeo creen que no vamos a coger esos contratos, es que estamos locos, al final somos autónomos…, ¿quién me va a obligar?”, Pablo lo tenía clarísimo entonces. El jugador español se salió del comité de jugadores del Circuito Europeo precisamente por un posible conflicto de intereses, cuando en Europa se rechazó el dinero saudita. Fue el primer jaque que salvó el PGA Tour, apresurando un acuerdo de urgencia con el European Tour, menos lucrativo en lo económico para el viejo continente pero con visos de alianzas futuras y sobre todo la tranquilidad de no ponerse en contra del PGA Tour. Al otro lado del Atlántico, neutralizaban la primera maniobra invasiva de los árabes, que finalmente y tras el portazo europeo, tuvieron que llevar sus petrodólares al Asian Tour.

. “Tuvimos una gran oferta encima de la mesa….¿porque no se hizo…?”, se pregunta Pablo Larrazábal. El mismo atisba una respuesta: “Todo el tema de los derechos humanos…,.hay muchos países que tampoco son un ejemplo en los derechos humanos y ahí están«. Sentencia entre risas…»me estoy metiendo en un jardín…«, finaliza.

Reacción del PGA Tour

Mientras en el cuartel general del PGA Tour en Florida trazaban un agresivo plan de defensa. No es difícil imaginar lo que pasaría entre medias, para que Dustin Johnson pasara de casi abanderar la SGL, a emitir un comunicado desligándose y mostrando su lealtad al PGA Tour, Rahm, Rory, Bryson, todos los pesos pesados de una forma más o menos explícita dieron su apoyo a Jay Monahan y el PGA TOUR. Me sorprendió que Tiger Woods no lo hiciera de una forma más clara y contundente, más allá del ‘volveré al PGA Tour’…., algunos ya ven detrás de este argumento que en la SGL se podrá jugar en carrito. Personalmente creo que Tiger tiene ahora otras preocupaciones más importantes.

El único disidente activista ha sido Phil Mickelson. El zurdo, se pasó de frenada, y no atendió los consejos de Steve Loy, uno de sus hombres de confianza. Criticó airadamente al PGA Tour. El resultado parece ser una sanción que le tendría alejado del PGA Tour unos meses, y la pérdida de KPMG uno de sus principales patrocinadores, que le reportaba algo más de 5 millones al año, aseguran que no será el único. Pagó cara su rebeldía, pero si algo sabemos es que a Phil, le va la marcha.

¿El fin de la SGL?

Jay Monahan ha vuelto a neutralizar a cañonazos la segunda ofensiva. ¿Tanto que el proyecto está muerto?. No lo creo. Pero la SGL debería replantearse su estrategia. La guerra frontal no le beneficia, la estrategia del ‘solo puede quedar uno’ no parece la mejor. No todo se compra con dinero, sobre todo cuando negocias con millonarios. Recuerdo la respuesta del gran José María Olazábal cuando en la cúspide de su carrera, le llegó un cheque en blanco de un jeque que se había encaprichado. «Dile que no soy la puta ni el payaso de nadie», le contestó a su inseparable manager Sergio Gómez, dando por zanjada la negociación.

Los últimos acontecimientos pasan por que Greg Norman , CEO de la SGL, presiona a los jugadores. Al parecer había algunos con preacuerdos firmados que a última hora se bajaron del barco, desde Estados Unidos, porque durante la semana en Jedah fueron los últimos en abandonarlo riendo las gracias de los jeques y hablando del los proyectos futuros. Norman les recuerda que legalmente el PGA Tour no puede expulsarles y les anima a que sean valientes y cumplan su palabra. Me cuentan que el cabreo en el fondo de inversión saudita es tal que se plantean marcharse con sus millones del golf y seguir invirtiendo en caballos, fútbol u otras actividades que les den menos quebraderos de cabeza.

Promoción del documental ‘La Llamada del Desierto que podrá verse en unos días aquí.

Por el camino, hay otros jugadores que aprovechan los tiempos bélicos para ganar privilegios y más dinero. El PGA Tour ha incrementado sus premios en 100 millones de dólares, y se ha sacado un programa de popularidad de la manga (PIP) para repartir 40 millones de dólares extra entre los mismos de siempre. Pero no es suficiente, los más avispados piden más vacaciones y piden que los torneos de las Fall Series (final de temporada) no puntúen para la FedEX Cup, y así poder alargar su descanso o, quien sabe, escaparse a algún Emirato a jugar por suculentos fijos, si es que la tormenta finalmente escampa. Supongo que la propuesta no le hará tanta gracia al patrocinador de turno que pone en noviembre 10 millones de dólares por sacar adelante una semana de golf en el PGA Tour.

En esta maraña de acontecimientos ya no se quién tiene la razón o quien la ha perdido, solo creo que quizás nuestro deporte esté perdiendo una histórica oportunidad para crecer aún más. Quizás sería tan sencillo o tan complicado que Golf Saudi y PGA Tour se sentaran en una mesa y buscarán un punto intermedio y un interés común; hacer el golf más grande. Veo que Tony Finau es de los pocos que aún no se ha pronunciado. Estoy por llamar al del cartelito solo por decirle qué ‘el Finau se sube a la SGL‘ y darle un poco de vida al asunto.