Lo que más me impresiona de la biografía de Thomas Brent Weekly (más conocido como Boo) no son sus tres triunfos en el PGA Tour, ni siquiera la victoria en su debut en la Ryder Cup de 2008, con la imagen viral de Boo cabalgando sobre su palo de golf por las praderas de Valhalla a lo Happy Gilmore. Sin duda, el acontecimiento central de su vida fue una pelea con un orangután. Tal cual lo leen.
Tres ganadores del PGA Tour en el mismo instituto
Antes de llegar al esperpéntico enfrentamiento repasemos los inicios de este jugador diferente. Boo Weekly creció en Milton (Florida) cazando cocodrilos, nunca destacó como buen estudiante en el instituto de Milton, donde en aquellos años se dio una circunstancia casi paranormal; entre el alrededor de 700 estudiantes de este High School coincidieron en sus aulas tres futuros jugadores del PGA Tour; Heath Slocum, Bubba Watson y el propio Boo Weekly, un trio de ganadores del PGA Tour.
Weekly empezó a jugar al golf a los 14 años, abandonando otros deportes ‘más divertidos’ por que siempre se lesionaba. «El golf es lo suficientemente tranquilo para no tener que pasar por el hospital continuamente», afirmaba.
Las peleas de Boo
Podríamos decir que el Cocodrilo Dundee del golf ha tenido algunos rifirrafes sonados en el mundo del golf. Como en el PGA Championship de 2007 cuando anotó mal un resultado en la tarjeta de Sergio García y el jugador español fue descalificado. Sergio terminó en el vestuario encarado con el norteamericano al que mando a un sitio no muy confortable. «Eres un niñato, crece de una vez», le respondió Weekly. O en la celebración de la victoria americana de la Ryder Cup en 2008. Eran las dos de la mañana, la euforia y el alcohol había ya hecho sus efectos y el equipo Europeo apareció en la fiesta americana para felicitar a sus rivales y aprovechó para gastar una broma pintando los posters de los jugadores americanos que había por todo el Team Room. Weekly acudió a recriminárselo y la discusión subió de tono hasta tal punto que Westwood, Harrington y Weekly casi llegan a las manos. «Si pude pelearme con un gorila, esto será más fácil», confesaba Boo en su autobiografía.
El gran combate
Retrocedemos a un vez un viernes por la noche de 1989 en la pequeña localidad de Milton. Boo Weekly tiene 16 años y sale con sus amigos a un pueblo cercano. En el grupo, Boo es el más pequeño y no duda en beber cerveza para sentirse a la altura del resto de sus compañeros de pandilla. De pronto de un remolque aparcado con una camioneta aparece una jaula, Allí descubren a un gigantesco orangután negro. El hombre se afana en exponer vistosamente a su primate, mientras saca unos guantes de boxeo.
-Cinco dólares, y si consigues golpear a mi gorila, ganas 50-, anuncia el hombre. El silencio se adueña del grupo de chicos durante unos segundos, después llegan las risas y bromas, que dan paso a la exaltación de la valentía colectiva. Se establece un debate sobre quién de la pandilla debería enfrentarse al gorila. La voz que Boo Weekly sobresale por encima del resto: -voy a patear el culo de ese mono-. Lo siguiente es lo más parecido a una escena de Gladiator. En medio de una incontrolable algarabía colectiva, una borrachera de valentía…Boo se planta frente a la jaula con los 5 euros recaudados entre toda el grupo. Mientras le ponen los guantes y un protector en la cabeza, la realidad del bicho empieza a acongojar a nuestro protagonista, que piensa en la maldita cerveza como culpable de esta situación que ya no tiene marcha atrás. Boo entra en la jaula como un héroe ante la atenta mirada de todos sus amigos y parte del pueblo. Las manos del orangután son como las de Shaquelle O’Neill y la mirada hasta entonces distraída del mono, se clava en los ojos de Boo. El pueblo ahora es un clamor alrededor de la jaula, la pandilla se ha descontrolado con gritos, abrazos, lanzando cerveza al cielo de Milton. Boo poseído y en guardia comienza a bailar al rededor del primate con la banda sonora de Rocky en su cerebro.
Lo siguiente que recuerda fue despertarse en el remolque con un dolor intenso en la cara y empapado en cerveza. Siente presión en sus mejillas y su cabeza y no recuerda nada, sus amigos viendo la milagrosa resurrección, rompen en risas y bromas. Boo pregunta por el mono. «No hay mucha historia que contar», «un gancho del orangután y hemos perdido cinco dólares», le cuentan. La carrera de boxeador de Weekly terminó es misma noche.