“Nadie gana el US Open, él te gana a tí”. Lo dice un doble ganador del Us Open, Cary Middlecoff. “El Masters es divertido. El Us Open es trabajo», afirmaba Tony Lema, Peter Jacobsen lo definió como el test más defensivo del golf. O quizás la definición más gráfica de ese torneo la dio Steve Flesh “es como hacer un crucigrama sin las instrucciones”. Lo cierto es que va a comenzar el gran paréntesis de la temporada, el único donde los jugadores verán el par como buenos ojos, donde el sufrimiento se convierte en normalidad. Es el test más duro de la temporada que este año recala en Shinnecock Hills, escenario ideal para que el torneo pudiera recuperar su esencia de extrema dureza un tanto disipada en las últimas ediciones.
El año pasado Brooks Koepka masacró Erin Hills pegando el driver por todos lados hasta llegar a -16 igualando el record histórico del torneo. Todo apunta a que la USGA podría redimirse de ese buen resultado de hace 12 meses buscando darle una vuelta de tuerca más a Shinnecock Hills. El campo se ha alargado notablemente aunque también es cierto que se han mejorado algunos aun tos conflictivos en los greenes de los hoyos 7 y 11 y se han ensanchado las calles (la media de anchura de calles esta entre 28 y 34 yardas).El otro factor determinante serán las condiciones climatológicas, en principio no hay ,mucha previsión de viento e incluso el miércoles la lluvia podría reblandecer los rapidísimos greenes. “No estamos intentando humillar a los mejores jugadores del mundo, simplemente queremos identificarlos”, dijo el actual presidente de la USGA Sandy Tatum.