Fuegos artificiales, llamaradas de fuego, todo un dispendio iluminaba el cielo turco del Montgomerie Royal Maxx horas antes de que comenzará la carrera por la Race to Dubai. Los organizadores del Turkish Airlines Open montaron un auténtico plató de televisión en la terraza del lobby del hotel donde hicieron approchar a dos de los laureados participantes en el evento, Danny Willet y Pedraig Harrington. La competencia consistía en golpear unos pequeños grenes flotantes situados a unos 100 metros en una de las infinitas piscinas del complejo pomposamente iluminadas para la ocasión. La maldición recayó sobre Harrington que se llevó de calle el concurso acertando a dos dianas, hoy marcha penúltimo en el torneo.
La fiesta avanzaba entre langostinos, un festín de postres, falsos camareros que pronto se arrancaban a cantar ópera, más música, gintonics. El plantel de españoles casi al completo se retiraba prudencialmente, algunos con mejor y otros con peor suerte, arrancaban el antepenúltimo capítulo de las Rolex Series. Adri Arnaus vivió en sus propias carnes la pasión turca. No fue precisamente un amor a primera vista como en el libro de Antonio Gala, el español llegó a colocarse +5 en el hoyo 12, incapaz de enderezar su potencia desde el tee de salida, dos birdies finales maquillaron su resultado en un discreto +3. Con un golpe más (+4) y cerrando la clasificación se arruinan las posibilidades que Álvaro Quirós había depositado en reemprender viaje a Sudáfrica. El mejor de los españoles es Jorge Campillo, su -4 resulta engañoso y los palos mostraron un nivel mucho superior de lo que marcaba su tarjeta. Pablo Larrazábal terminaba al par y Nacho Elvira con -1, algo rezagados de los -7 que marcan Tom Lewis y Matthias Schwab, líderes del Turkish Airlines Open tras los primeros 18 hoyos.