Una de las escenas más bonitas del deporte es cuando el domingo del Open, llega el hoyo 18 que corona al vencedor. El desorden impera por unos segundos y el público traspasa las cuerdas y comienza entonces una carrera por tener una posición más cercana al inminente campeón golfista del año. Los marshals utilizan sus cuerpos de barrera de contención para las masas y entre caos el bueno de Shane Lowry irrumpe por el gentío para sobrepasar la cadena humana y encaminarse al último green, entre vítores, saludos y besos al aire. La secuencia es perfecta y la desorganización está milimétricamente organizada. Da igual que hayas aterrizado en el helipuerto a dos millas del campo (que ha vivido una de las semanas más ajetreadas de su historia) o en las tiendas de campaña ubicadas en una de las praderas colindantes, donde pasar una noche con derecho a esterilla, toalla y el uso del baño común cuesta 40 libras por noche. Todos querían tocar a Lowry.
La victoria del irlandés ha sido muy merecida y no sólo por que ha sido de largo el que mejor ha jugado, si no porque además es un buen tipo, y eso se nota solo con ver las felicitaciones y en las caras de sus compañeros.
Se veía ganador del Open
Cinco años atrás en el Open de Liverpool, Lowry ya intuía que podría tener en sus manos la preciada jarra. “Estoy muy cómodo en estas situaciones, me encanta jugar campos links y creo que soy bueno con malas condiciones, afortunadamente creo voy a jugar 15-20 Opens en toda mi carrera y si llego un domingo con opciones, puedo ganar”, decía tras firmar 65 en el Open de hace un lustro. Antes de este momento, su mejor rendimiento en un grande le había llevado a una discreta posición 32.
Jornada complicada
Durante un rato en Royal Portrush la castiza expresión de los ‘chuzos de punta’ se quedó corta y la inglesa de ‘están lloviendo perros y gatos’, hacía un mejor fiel reflejo de la realidad. El fin del mundo pilló a Rahm en la salida del 11. Mala suerte, no había un hoyo peor. Rahm se hizo el despistado mientras trataba de refugiarse en el paraguas, mientras Tony Finau hacía lo propio. Tras unos segundos de espera fue el árbitro el que se acercó para invitarles a que jugaran. Ni siquiera un día brillante de Rahm le hubiera dado posibilidad alguna de victoria, lo cierto es que el mal inicio con doblebogey en el primer hoyo cerró abruptamente el sueño de la remontada. Rahm falló al bunker y desde la arena quiso hacer más de lo que tocaba y ya sabemos como se las gastan los campos links, la bola se quedó en la trampa arenosa. “Manda huevos que en los primeros cinco hoyos que eran los más fáciles con diferencia haga +4 y el resto el par”, se quejaba el español. «No creo que muchos jugadores hayan hecho par del 6 al 18», afirmaba. Y no le falta razón al de Barrika, ya que en turno de tarde solo él y su compañero de partido Finau lograron acumular el par en esa secuencia de hoyos, todos los demás jugadores estuvieron sobre el par.
Descalabros importantes
Histórico descalabro fue el JB Holmes con 87 golpes, o los 79 de Justin Rose y Matt Kuchar. Con 78 tuvo que confirmarse Sergio García en un día donde ni él ni su compañero Patrick Cantley pudieron hacerle ni un sólo birdie al Royal Portrush. La valoración del Open de García queda en blanco, ya que una vez más el de Borriol dio esquinazo a la prensa, con las ganas nos quedamos aunque fuera de un ‘rapidito que me voy Memphis’… el mundial será la próxima parada de los españoles.