Resulta significativo que los ganadores de Majors de 2018 no tengan contrato activo de material con alguna de las grandes marcas de equipamiento. Ni Patrick Reed, Brooks Koepka, Francesco Molinari han firmado a estas alturas con alguna marca que les pague por jugar sus palos.
Más allá de una casualidad los datos podrían reflejar la crisis que atraviesa el sector, pero más que crisis, algunos afirman que es la nueva realidad que rodea al deporte profesional del golf.
Hace una década, los contratos de material de los jugadores con tarjeta en el PGA Tour producían el beneficio suficiente para que el jugador no tuviera que preocuparse por los gastos de la temporada. Simplemente se concentraba en jugar bien y recaudar dinero cada semana que se convertiría en su beneficio bruto, unido al resto de contratos publicitarios. Hoy en día el panorama es diferente, los gastos que un jugador tiene que afrontar para una temporada completa oscilan entre los 75.000 y 100.000 dólares, dependiendo del nivel de transportes, hoteles, caddie, entrenador, preparador físico, psicólogo, etc… y en muchos de los casos las marcas sólo facilitan el material para los jugadores. Incluso en el caso de profesionales de circuitos menores, tienen que pagar (precios especiales) y comprar su propio equipamiento.
El panorama con los patrocinios más allá del equipamiento, no mejora demasiado. «Esto ha provocado que muchos jugadores en Estados Unidos miren a marcas comerciales ajenas al mundo del golf y que nunca han entrado en este territorio», comenta para Golflick un reconocido manager de jugadores. Recientemente la joven promesa del golf, el chileno Joaquín Niemann acaba de firmar un contrato con una empresa de aguacates.
Algunos jugadores han optado por la diversidad, como el caso James Hanh, Jason Gore y Chesson Hadley que firmaron con KHI Management, compañía que representa tanto a pilotos de NASCAR, como presentadores de TV, o estrellas de la lucha libre. Poner un coche en marcha para competir en la NASCAR puede estar en torno a 15 o 20 millones de dólares, ¿por que no diversificar el dinero de los patrocinadores y ofrecerles una posibilidad para que lleguen a diferentes sectores y dar más presencia a quién pone el dinero?, así lo pensó Kevin Harvick, piloto de NASCAR y fundador de la compañía y parece que la estrategia está siendo productiva.
Algo parecido podría tener en mente Ion Tiriac, empresario rumano promotor del Madrid Masters de Tenis que anda detrás de quedarse con los derechos del Open de España de Golf para conseguir montar un gran evento a partir de la temporada 2019. En sus planes estaría ofrecer diversidad y más retorno a la importante inversión de su cartera de patrocinadores. A cambio de un poco más de dinero, poder llegar a dos grandes eventos y dos públicos distintos. Veremos si se materializa en positivo.
En este sentido, quién se ha puesto las pilas es el Valderrama Masters, torneo del circuito europeo que acoge el espectacular campo gaditano a final de temporada. Valderrama con su director general Javier Reviriego al frente, logró conseguir para su evento la consideración de ‘Acontecimiento de Especial Interés Publico’ con los importantes beneficios fiscales para las empresas que patrocinen en el evento. La gestión parece que ya está dando sus frutos con la reciente incorporación del Banco Santander como uno de sus patrocinadores.
Podemos vivir en la ingenuidad y pensar que todas estás circunstancias se deben a una crisis pasajera, siempre nos quedará la opción de quedarnos a esperar a que escampe y vuelvan a crecer los billetes en la tierra. Pero creo las vacas gordas pastan en otros lejanos mundos y no tiene pinta de que vuelvan. El panorama es reflejo de un nuevo orden al que debemos acostumbrarnos y adaptarnos. La moraleja queda bien representada en los ejemplos expuestos en el texto, toca reinventarse, ser imaginativos y trabajar más que nunca.