Se erizaban las gigantescas barras y estrellas de la bandera que corona una de las joyas arquitectónicas que es la casa-club de Shinnecock Hills. Stanford White era a finales del siglo XIX el arquitecto de moda. No había millonario neoyorkino que se precie, que no encargara el diseño de su casa de la playa a White. Hasta que en 1906 tres disparos terminaron con su vida cuando se descubrió su romance con una corista, a su vez amante de un acaudalado millonario y cliente.
Jon Rahm se abstraía con sus auriculares mientras terminaba sus últimos ‘approaches’. Los tres tenores del golf español llegan al tee de uno. Es la una y catorce del medio día, el campo está a reventar. Muy pocos españoles fuera de las cuerdas. Además de los cinco acreditados (compañeros de Ten-Golf, diario ABC, El Correo, agencia EFE y un servidor), identifico a una familia, un hombre con la camiseta de la selección española de fútbol y bandera rojigualda y un padre y un hijo que llevan txapelas. Pocos, pero ruidosos. Un grito de ‘vamos armada’ interrumpe al tensión del primer tee.
El comienzo es más que prometedor, birdie de Sergio García en el uno, en el dos, Cabrera-Bello emboca un espectacular approach. Dan ganas de entonar el «yo soy español…español…español…» pero no iba a durar mucho la alegría. Pronto, la dureza de Shinnecock y el viento van poniendo a los nuestros en apuros y caen los bogeys. Aún así el ambiente es distendido. Por fuera de las cuerdas las respectivas mujeres y novia (en el caso de Rahm) también comparten sus preocupaciones y sufrimientos. De pronto en el hoyo 7 un «Viva Espanha» con acento de Wisconsin resuena con fuerza. Es de agradecer los intentos yankees de agradar y la inmersión en la cultura española. «ole, ole, ole», se escucha en un tee, «Viva la Spain» en un green…hasta que la budweiser les confunde y los comentarios empiezan a carecer de sentido y gracia. «Rafa Cabrera Belllou is Yellow», escucho. Hasta el Góngora de Long Island ha venido a ver el golf. Este será otro factor a tener en cuenta, sobre todo el fin de semana. La cantidad y estado etílico del público que rebosará Shinnecock provocará algún momento desagradable.
El partido de los españoles no dio para mucho más. Querer y no poder podría ser el resumen. La sensación es que los tres jugaron mucho mejor de los que reflejaron sus tarjetas. Pero no hay tiempo para lamentos. Concluyó la jornada con +3 para Cabrero-Bello, +5 Sergio García y +8 Jon Rahm.