Más de cincuenta días de confinamiento sin poder ir a nuestros campos de golf han terminado por provocar lo inevitable; hordas de pijos agresivos que salen a la calle empuñando hierros Honma frente a los desangelados escaparates de Louis Vuitton o Loewe de ese gueto madrileño infectado de fachas llamado barrio Salamanca. En medio de la merecida lluvia, los manifestantes enrrombados en sus jerseys de pico coreaban ofensivas consignas contra el gobierno » Rufián déjame hacer bajo el par» «Sánchez, mamón devuélveme mi chipper«, «Echenique, arregla tu propio pique».
Algunos de los manifestantes incluso portaban banderas de España en un claro acto de provocación que no han tardado en condenar carismáticas personalidades de nuestra política como Gabriel Rufián o Pablo Echenique. Está claro que el problema de los golfistas indignados se les está yendo de las manos al actual ejecutivo y en el último consejo de ministros hubo voces que apuntaron a la posibilidad de que la situación revierta en un nuevo 15 M, pero invertido. El ’13 osea’ o ‘la rebelión del cocodrilo’ como algunos ya han bautizado. Este peligroso movimiento podría desencadenar en una revuelta sin precedentes en nuestro país: cientos de golfistas pegando bolas en el paseo de Castellana, unos carro en mano saliendo con el driver desde Nuevos Ministerios, otros en buggie cruzando la plaza de Gregorio Marañón, todo, en un incontrolable mar de bolas y swignes de consecuencias devastadoras para el ciudadano social-democrático del extra-radio . Se estima que cientos de personas inocentes podrían resultar heridas.
Desde el sector podemita del Gobierno se lamentan de no haber tomado medidas drásticas en el pasado, como cuando Carmena propuso criar conejos en el Club de Campo. Y tras un intenso debate, el ejecutivo acordó presentar en el Congreso un Real Decreto Ley que convierta La Moraleja en el mayor centro de crianza de cerdos vietnamitas de Europa y Puerta de Hierro en un gigantesco huerto ecológico con parcelas gratuitas para los beneficiarios de la renta única universal. «En Venezuela simplemente expropiamos los campos de golf sin más explicaciones», apuntan desde Podemos, pero al PSOE le parece una medida demasiado drástica. «Además los cerdos vietnamitas son supercariñosos», concluye con la discusión la vicepresidenta.
Las etiquetas del golf
Obviamente es una crónica tan ficticia como sarcástica a la altura de las palabras de Gabriel Rufián o del tweet de Pablo Echenique. No voy a peder el tiempo en explicar lo que es el golf, lo que aporta y la evolución que ha tenido en la última década. Sería absurdo intentar argumentar con semejantes personajes y con los que les jalean, no serviría de nada visitar restaurantes y hoteles de la Costa del Sol y hablar con todas las familias que viven del turismo del golf que generan como dice Echenique «una minoría privilegiada». Seguro que ellos, sí estarían dispuestos a manifestarse con palos de golf. Por cierto, aclarar al motorizado Echenique que lo del Barrio Salamanca era un escoba y no un palo de golf. Pero nuestro deporte sigue vendiendo en la izquierda y los golfistas seguimos siendo fachas, ricos y pijos. Un compañero de Golf Channel Latam se encontró con Pablo Iglesias antes de entrar en el estudio donde grabábamos y quiso fotografiarse con el líder de Podemos y un palo de golf que llevaba en la mano en ese momento. «No», declinó educadamente la instantánea, «es de burgueses…» se atrevió a excusarse el del chalet de Galapagar.
La recurrente etiqueta del golf me empieza ya a cansar, más aún en tiempos de casi 27.000 muertos y miles de familias arruinadas emocional y económicamente. Dejen en paz al golf y gobiernen.