Tenemos que ser justos. He podido ser crítico con algunas partes de la gestión de la RFEG, de la misma forma que tengo que ser realista y aplaudir los éxitos deportivos que no son fruto de la casualidad y el azar.
Cuando el próximo 31 de diciembre, ya uno de enero, me indigeste la primera uva, un SMS de mi banco recordándome el primer cargo del año de la RFEG. Prometo pensar en Victor Pastor, Ángel Hidalgo y Alejandro del Rey, Celia Barquín, José Luis Ballester, David Puig, Alejandro Aguilera, Eugenio López-Chacarra, y tantos y tantos nombres que están por venir. Pensaré en Sergio García, Jon Rahm, Nacho Elvira, Adrián Otaegui o Jorge Campillo. Me consuela pensar que una parte de mis 70 euros anuales que pago por ser federado tienen algo de culpa de que todo este sistema funcione.
No ha pasado tanto tiempo desde que la cantera de nuestros grandes golfistas venía de la necesidad de portar bolsas de golf de los socios de exclusivos campos de golf para llevar una pequeña ayuda económica a casa; Seve Ballesteros, Miguel Ángel Jiménez, Manuel Piñero, José María Cañizares…aquello fue el triunfo del hambre.
Afortunadamente, las cosas han cambiado y la necesidad ya no es la motivación principal para que niños y jóvenes aspiren a convertirse en estrellas de este deporte.
El bronce de Victor Pastor, Ángel Hidalgo y Alejandro del Rey en el Campeonato del Mundo Amateur (con la victoria individual de Alejandro del Rey) son el enésimo ejemplo de que la cantera del golf español es inagotable. España llegó al mundial con un equipo joven, quizás con las expectativas más bajas que en otras ocasiones, pero salió asombrando al mundo, peleando hasta el último hoyo por una victoria histórica.
Desde aquella primitiva escuela de golf donde algunas de las actuales estrellas convivían becados en un internado en El Escorial, hemos pasado a un profesionalizado sistema que ha implementado la RFEG con nuestra cantera.
El trabajo y seguimiento de las Federaciones Terrioriales con los posibles talentos, el centro de alto rendimiento de la Blume, la sede de León, el centro de excelencia ubicado en el Centro Nacional de Golf, la calidad de los técnicos (preparadores físicos, psicólogos, etc…), el sistema de estadísticas, los programas y software propios creados para el seguimiento, control y entrenamiento de nuestros jugadores, las concentraciones y la intermediación para conseguir las mejores becas en la Universidades Americanas, la participación en torneos por todo el mundo…todo es sólo una parte de esa labor sorda que lleva años haciéndose y cuyos frutos estamos ya disfrutando.
Esta reflexión no significa que todo sea perfecto. Creo que hay muchas areas de la RFEG mejorables y mucha labor por hacer que no se está llevando a cabo de la forma más efectiva, ahora bien y al César lo que es del César. Hoy solo toca decir a los departamentos técnicos y deportivos tanto de la RFEG como de las territoriales… ¡ENHORABUENA!.