Mr. Nicklaus is coming

Corría la primavera de 2005, el dinero aguardaba en las esquinas, las ilusiones se disparaban al mismo ritmo que el ladrillo, casi siempre acompañado por un jardín en forma de agujeros de golf.
Era mi primera vez en muchas cosas, la primera que cogía un avión privado, o que iba a entrevistar a Jack Nicklaus. El auge inmobiliario había llevado a Polaris World a diseñar en Murcia todo un paraíso de golf de la mano del mítico Oso Dorado. No se llevaba escatimar en aquel momento, así que nos plantamos en Torrejón de Ardoz con cinco colegas periodistas y un par de directivos de la compañía. No se porque pero recuerdo la sensación del pequeño aeropuerto de Torrejón parecida a la de un tanatorio. Pequeñas salas de espera individuales, era frío, era impersonal…allí me crucé con el torero El Juli y su cuadrilla que esperaban otro destino; el nuestro; un pequeño aeródromo situado apenas 10 millas del campo de golf de Woburn, allí nos estaría esperando Jack Nickclaus y otras doscientas personas venidas de todo el Mundo.
El vuelo, placentero, tanto que entiendí perfectamente las necesidades Sergio García, El Juli y compañía. Confié en que aquella experiencia se me olvidara pronto, por lo menos antes de coger el siguiente Easyjet y volver al sentimiento habitual del redil ovejuno.
Llegamos a Woburn a media mañana y puntual comenzó una multitudinaria y eterna rueda de prensa para todos los medios. Éramos unos privilegiados, de los 200, sólo unos 20 medios tendríamos el derecho de una entrevista personalizada.
La primera y desagradable sorpresa llegó cuando una simpática señorita inglesa nos entrega sonriente un folio sin mediar explicación. El papel advertía de la prohibición en nuestra entrevista de tocar determinados temas; Tiger Woods…no leí más que el encabezado y el primer nombre. Quizás, de las ocho preguntas que me había preparado, tres o cuatro estaban relacionadas con Tiger Woods.
Cuando a los 10 minutos la agradable señorita y su sonrisa volvieron para preguntar si estaba todo claro y conforme, con una amabilidad desbordante asentí: -Yes, its Ok-.
Desde que leí el primer nombre tuve clara mi estrategia; una vez frente a Nicklaus y después de las dos primeras preguntas jabonosas, hablaríamos de Tiger. ¿Qué puede pasar? ¿Quizás me fulmine un francotirador preparado en anti-cuestiones Tiger? ¿ Es posible que la señorita de la sonrisa se abalance sobre mí y me plaque a lo Jonah Lomu?. ¿Y si me explusan, nos quitan las tarjetas de grabación y nos toca la vuelta en Ryanair? En ese momento no sentía el peligro.
 
En teoría sobre las 13.00 horas británicas terminaba la entrevista y comenzaba la ronda personalizada. Dos terribles noticias más: eran más de las 14.00 y Nicklaus seguía respondiendo a diestro y siniestro, y la señorita de la sonrisa, sobre la que ya pesaba una gran ojeriza creciente, nos entregó otro papel con el turno de entrevistas. Nuestro nombre aparecía en último lugar. La idea de irnos de vacío apreció por primera vez, fue entonces cuando decidimos entregarnos a la gastronomía inglesa.
A las cuatro de la tarde, ya con la digestión hecha del sandwich frío, Jack Nickclaus llevaría unas diez entrevistas hechas. La mala noticia es que la hora salida prevista de nuestro avión eran las 18.00. Supongo que al ser privado podrá esperar..me tranquilizaba a mí mismo. La inglesa de la sonrisa pasaba de vez en cuando por nuestro lado para mostrarnos una vez más sus dientes con un gesto cómplice y tranquilizador de…’sabemos que estáis ahí..’
Parece que la sesión coge ritmo. La inglesa y su sonrisa están eufóricos e incluso ya bromea. Son casi las 17.30 horas y ha terminado su penúltima entrevista. Entonces Jack Nicklaus desaparece. Cinco, diez, quince minutos…casi media hora. Nuestro set montado y repasado quince veces, mi compañero Javi Colchón revisa milimétricamente cada elemento; cámara, luz, mi posición. La señorita se acerca ahora sin sonrisa, es más parece que viene de la sala de espera de Torrejón o tanatorio. Nos cuenta que Jack Nickclaus dando un mordisco a un bocadillo se ha partido un diente y ha ido a un dentista de urgencia. Miro a mi alrededor y veo cámaras, pero no son ocultas…lo primero que pienso es que en Inglaterra no saben lo que es un bocadillo, ni el pan en condiciones. ¿Cómo se ha podido romper un diente? lo segundo es dar por perdida la entrevista, van a ser las seis o’clock de la tarde. La chica nos pide que esperemos 15 minutos más, ha asegurado que va a volver.
En el gigantesco salón ya no queda nadie, nosotros y nuestros colegas españoles y alguna señora de la limpieza que va recogiendo pausadamente los restos de comida y botellas de agua. La gente de Polaris llama cada cierto tiempo al aeropuerto para informar de nuestra situación, pero mi sensación es que esto ya no puede estirarse más y cuando estoy a punto de decirle a Javi que vamos a recoger, aparece mi ya amiga inglesa y su sonrisa. viene corriendo y eufórica: -Mr Nicklaus is coming-
 
Jack Nickalus y su reconstruido diente llegó. Nos saludó por nuestro nombre y nos pidió disculpas. Durante unos 14 minutos hablamos de su carrera, de España, de su entrañable amigo César Zulueta y La Morelaja y hablamos por supuesto de Tiger, sin consecuencias físicas para el entrevistador. Ante la pregunta ¿cree que Tiger será el mejor jugador de la historia?, Nicklaus se puso serio por primera vez y respondió corto, conciso y magistral. -Tendrá que ser la historia la que te responda a esa pregunta dentro de unos años-, era el año 2005.