Pedro tiene 135 metros hasta la bandera, empuña convencido su hierro 8, mide 128 metros justo hasta pasar el bunker de la entrada de green, 148 al bunker del fondo. Las briznas de hierba apenas se agitan en el despejado cielo; pese a que a que estamos en el torneo de invierno del club, la jornada es primaveral, pero no se fía, retrocede con amplias zancadas hasta la estaca de 150 y vuelve mirar la bandera, saca su tarjeta y hace ademán de escribir algo con el lápiz, no sabe muy bien qué escribir, pero lo ha visto en la tele y queda bien. Vuelve a su bola de nuevo marcando pasos anchos. Pedro ahora cierra los ojos, visualiza, desde que leyó un artículo de la edición americana de Golf Digest, sus hierros son mucho más certeros aplicando esta técnica.
Se coloca el guante. Hace unos meses leyó aquel informe publicado en New England Journal of Medicine de la universidad de Massachussets que hablaba de como afecta llevar el guante de forma continuada en los 18 hoyos a la presión arterial , Pedro se lo quita en cada golpe para liberar su muñeca, aunque ya dejó de hacer los ejercicios isométricos entre hoyos que también recomendaba la prestigiosa publicación.
Tras los pertinentes waggles y ocho swinges de prácticas golpea a la bola, el filazo es monumental y su Titleist ProV1x aterriza imposible clavada en el cotratalud del bunker del fondo. Pedro estrella su hierro 8 (hecho a medida por internet) contra la flamante bolsa tour de 14 pulgadas fabricada expresamente para él. Pesa tanto la bolsa que ha reventado la batería de su carro eléctrico y tiene un conflicto familiar instalado en su Ford Focus recién estrenado, los niños son incompatibles con la bolsa de golf.
Viendo la dramática situación, su compañero Juan se acerca a consolarle, lleva 12 puntos stableford en 8 hoyos y esta bola injugable es un mazazo en su progresión. Pedro y Juan miran la cara del palo para intentar encontrar una respuesta, vuelve a llenar el cielo de briznas de hierba buscando una traicionera racha de viento. Nada. Vuelve a medir con su telémetro último modelo la distancia hasta la bandera. Y mientras dos partidos esperan en el tee de salida. Juan entonces da en la clave:
-Tuviste en cuenta la relación entre la masa y el volumen del aire, siendo su valor 1,225 kg/m3 con la presión atmosférica normal y a 13 ºC, ten en cuenta que disminuye con la humedad, la temperatura, y la altitud, y por tanto influye en la energía cinética del viento- ¡Eureka!- pensó Pedro; Bryson Dechamebau y la densidad del aire.
Juan le recuerda que en el último Golf Magazine ha leído que hay telémetros que miden la densidad del aire y le recrimina la mala compra del suyo que solo mide distancias y desniveles. Apesadumbrado, Pedro camina empujando su carro con titánicos esfuerzos, pensando en terminar lo antes posible y visitar el Decathlon más cercano en busca del telémetro con densidad de aire. Busca la motivación en el recital de Dechambeu en Dubai la semana pasada.
Sus pensamientos positivos me mezclan con reflexiones sobre sus fallidas imitaciones al ‘Científico’ del Tour, que no siempre han funcionado, aún recuerda los 12 sockets seguidos tras hacerse un juego de palos con todos los hierros en la misma longitud o cuando hurgó en el estuche de pretecnología de su hijo mayor y un día más tarde descubrió como el compás geométrico de su retoño era incompatible con el libro de yardas editado por su club. -como medirá las distancias aquí Bryson-, pensaba frustrado.
Hasta cuatro intentos necesitó Pedro para sacar su bola del bunker. Tampoco hoy será el día para rebajar su 22 de handicap.
Nota: Esta historia no está basada en hechos reales, cualquier parecido con la realidad es una mera coincidencia.