Hay victorias y luego está lo que hizo el domingo Pablo Larrazabal en Sudáfrica. El parque Kruger es sin duda una de las experiencias por las que todo el mundo debería pasar. Uno de esos pocos y salvajes sitios que todavía mantiene nuestro desgastado planeta. Una vasta extensión de selva salpicada lodges de lujo donde los ‘hunters’ acompañan rifle en mano a los huéspedes a las habitaciones tras una barbacoa de cocodrilo o cebra, no vaya a ser que en el camino un leopardo se tome la revancha.
Kruger es el sitio de los atardeceres eternos, de los rugidos nocturnos, del hipnótico movimiento de una jirafa. No se me ocurre un sitio más mágico ni aburrido para celebrar un triunfo que Kruger.
La magia de Africa
La gente se compra camisas verde caqui del Coronel Tapioca y acude a Kruger esperando sentirse Meryl Streep esperando a la avioneta de Robert Reford, otros viajan en busca de aventura, y la mayoría esperando ver elefantes, rinocerontes, leones, búfalos y leopardos, el famoso ‘Big 5′. No conozco a nadie que haya estado en Africa y no haya visto a los cinco, más que nada, por la sensación de gilipollas que te queda cuando uno de los bichos te ha sido esquivo, y el que dirán…; al fin y al cabo me he gastado una pasta. Lo confieso: estuve cuatro amaneceres y atardeceres completos de Safari en Kruger y no vi un puñetero León. ‘Another impala’, fue la frase más repetida de mi guía, mientras mi ‘hunter’ olisqueaba huellas y matojos en busca del felino melenudo. Por eso y otras muchas razones Kruger es especial. Recuerdo Safaris en otras zonas de Sudáfrica, donde vi un León comerse un Ñu, todavía congelado con la etiqueta del Carrefour africano.
«Desde el domingo Larrazabal ha pasado a ser el ‘Big 6’, una especie en extinción de pundonor, garra y talento, capaz de darle la vuelta a la cabeza, de reventar ampollas con la mente.»
Desde el domingo Larrazabal ha pasado a ser el ‘Big 6’, una especie en extinción de pundonor, garra y talento, capaz de darle la vuelta a la cabeza, de reventar ampollas con la mente. Pablo dice se inspiró en Tiger Woods cuando en aquel Us Open ganó cojo a Rocco Mediate. No se cual fue su proceso mental desde el hoyo 9, pero debería estudiarse en Havard. Cinco años sin ganar y un periodo frustrante, Africa y Pablo nos vuelven a dar otra lección, concretamente dos, de esas de poner en posit en la nevera: nunca te rindas y se perseverante… solo espero que desde el domingo, los guías de los campamentos, una vez avistados leones, rinocerontes, elefantes, búfalos y leopardos, pasen por Leopard Creek para mostrar a sus clientes que allí habitó el sexto grande, al que me temo que solo podrán ver una semana al año.